hay tantos árboles que lloran
que quizás
esté harta de lágrimas la tierra
hay tanta tristeza en las copas escarchadas
en las componendas del camino
en los edictos del paisaje
lejano
indistinto
y el hombre que huye del vaho en la ventanas
de las siluetas dibujadas con el dedo
de la brevedad del nombre
y sin embargo
en cualquier puerta se despeñan sus heridas
hay tantas ceremonias en los ojos
tantos clavos que repican en los pasos
y las clámides del viento
ondeando como velas que se alejan entre ramas
entre el desconcierto de las lenguas
presagiando las semillas de lo eterno
como lágrimas cayendo de los árboles
con una tristeza de jemes entre esperas
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