de andar descarnado
el hombre
crepitan sueños
sobre el piso harto de pasos
y migas esenciales orbitan los vacíos
los inabarcables miedos
como estancia a la deriva que evoca al ser descalzo
como hogar inalcanzable convocando al ser humano
-a sus pedazos-
abrigo entretejido de intemperies
húmeda la leña
humea en la orfandad de los pulmones
pero siempre usurpa un respiro clandestino
la desolación de los ayeres
convocando la necedad del mismo curso
y luces en el pecho queman la retina
-sellos en los ojos reiterando las caídas
que el destino es solo un rito-
y el hombre es esclavo entre barrotes iniciales
-ergástulo de círculos concéntricos
su tierra-
pero resuena el laudo de los dioses
mojando la obstinación de labios secos
que al sol desvencijado
una fémina en su centro
que al esclavo y al recluso
que al esclavo y al recluso
subsidios del sueño en cada giro