los dedos sobrevivientes a la piel extinta
hurgando en el lago inmensurable del olvido
en la paradojas crónicas del miedo
y somos lágrima temblando sobre el mar
la última verdad de algún poeta agorafóbico
quizás la vida va cediendo a la inexpugnable hondura
de los pozos que forjó la herida
donde otrora jugábamos descalzos
y este quebranto es solo el eco de sus partes
un ulular entre los árboles sin nombre
y tú y yo
dos súplicas en las sinuosas sendas del acaso
pero a pesar del oficio lapidario de las horas
sigue errando entre mis hambres
el niño que rodó en su bicicleta
quizás en otra biografía
la tinta nos repare las fisuras
y no sangremos más nuevas caídas
que siempre es la primera vez
cuando funciona
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