entumecíamos el tiempo de la lágrima
y siglos condensados tendían singladuras
-ecos que el péndulo legó al instante-
mirándonos
hasta que el último puente se quebraba
y el vacío condenaba nuestros códigos
es que acaso habíamos muerto
es que acaso morir
es caer en el silencio
pero emergiendo del pecho
nuestras manos
en alianza de sigilos tramaban la cordura
pactaban astilleros en la luna
y con la coherencia de los remos
bogaban otra vez los credos
por las vírgenes aldeas
por las súbitas certezas
que hay dársenas del vértigo
y cada vez en las caídas
cargamos la tierra y la semilla
y al fin
un sol inédito nos abrirá nuevos refugios
Encantadora retórica que trasgrede la ley de gravedad, mis cariños. Siempre es un placer leerte.
ResponderEliminar