arropado
con la impúdica desnudez de las aceras
ase
la verticalidad de los diluvios
la verticalidad de los diluvios
sin más barca que su estrella descentrada
y en los charcos de la piel
chapotean los pretéritos intactos
de adioses estampados en los buses
y un repique de quimeras en las sienes
aún queda un hombre en aquel hombre
gritando su agónica esperanza a las ventanas
haciendo nido en lo escarpado
de las breves miradas de los muros
y en las notas fugitivas
de algún tango
o algún rock en su defecto
qué hay detrás
indaga en las lejanas cosechas del paisaje
en el vago rumor de los grafitis superpuestos
mientras sus raíces
extractan las últimas pequeñas cosas
y partículas de mar
integran cada incertidumbre de sus calles
islas pobladas de insólitas razones
que enredan la divinidad con la evidencia
alquimia inversa
que hace de un dios esto que somos
la amargura irriga luego
las úlceras del ente y de la esencia
sentenciando a conjugar absurdos
cada silueta nebulosa que es el hombre
a la víspera del cuerpo
alba frágil
filtrada por los poros de un ángel inasible