reía
auxiliada por góndolas en cualquier barrizal
creía
los faros del sueño delataban su facha de nena
con los ojos del pecho desertando en la esquina
tras la coherencia de un cupido tatuado en la pelvis
en el afán cuesta arriba forjaba su patria
sumaba desdichadas
detonaba su risa en las puertas
y a la reacción en cadena
los santos so pena de juicio
eyaculando promesas rogaban
y ella
en el mejor de los casos
recogía ramilletes de muertes caducas
de los campos que se ingieren o inhalan
pobre nena de pies en los charcos
del sol cuando ceja
pobre nena salpicando al precario
el estribillo cansino
de sus tacones muy altos
tarareando la luz de reserva
de las estrellas finales de aquella gloria en las piernas
ella
la mejor luna del barrio
karaoke en los bares
ruego en la voz de los curas
lucidez de las leyes que decretan las doce
en rancios discursos de salvar cenicientas
repicando monedas en los azules del iris
-edénico ritual de las transas-
quizás el ángel que en el pecho escarpado hace nido
salde las hambres
por un Kama Sutra a buen precio
y ella giraba en la noria del vino
desplegaba las alas
coronaba el paisaje de todas las copas
pero encalló en el destino
y fue luna que mengua
un luto que agobia las horas
-esas damas sin garbo y un carril en las medias
encorvadas siluetas en una butaca del teatro
donde alguna vez descollaron-
y así
como termina la noche
-un poco antes un poco después-
su risa jamás regresó al hueco después de sí misma
donde un niño llora en esa cuna de luna
cada luna que muere